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HISTORIA

El Castillo, como es conocido hoy, es un ejemplo singular de casa exenta de arquitectura indiana, se encuentra en el barrio de La Pasera, en Porrúa, pueblo distante 5 kilómetros al suroeste de Llanes, capital del concejo del mismo nombre, en la comarca del Oriente de Asturias, equidistante de Oviedo, capital del Principado de Asturias y Santander, capital de Cantabria.

 

Como en todos los pueblos de la comarca, la emigración a América fue una constante a lo largo del siglo XIX, y la obra –tanto pública como privada- que se llevó a cabo con capital indiano, término con el que se conoce el que vuelve rico de Amérca importante en todo Asturias, tiene en Porrúa un ejemplo singular.

 

La arquitecta Marta Llavona Campo, en un estudio específico para el concejo de Llanes lo analiza de manera rigurosa. El título del mismo define bien lo que este tipo de arquitectura significa para Llanes (y por tanto también para el caso singular de Porrúa): Una arquitectura de distinción. Análisis y  y evolución de las casa indiana en el concejo de Llanes entre 1870 y 1936 (Real Instituto de Estudios Asturianos. Oviedo, 2007). En ella encontraremos múltiple referencias al Castillo, una de las trece “viviendas financiadas con capital indiano” en Porrúa, junto a otros edificios de recreo u obra pública diversa del pueblo de Porrúa.

Antes de esta obra monográfica Covadonga Álvarez Quintana había publicado su extenso trabajo Indianos y Arquitectura en Asturias (1870-1930), (COATT, Oviedo, 1991), de referencia básica en la materia y en ella detalla lo que significa el conjunto de Porrúa, como ejemplo, Allí existía “una importante colonia de emigrantes afortunados más en México que en Cuba, y cuya presencia ha dejado huella impresa en el paisaje construido” y por supuesto son varias las referencias a El Castillo.

Aunque la zona donde está asentada la casa se llama La Pasera, hoy el nombre de El Castillo es la denominación por la que se la conoce, por razones obvias de su aspecto general y por su situación, en una zona elevada desde la perspectiva de sus accesos, tanto desde el este como desde el oeste. En vida de uno de sus moradores, don Salvador Villar, suegro del propietario, y por mucho tiempo, fue conocida como “Casa del don Salvador”, hoy ya en desuso.

La obra fue diseñada por su propietario Pio Junco del Pandal, indiano de Cuba, a donde había sido llevado por su tio Celestino del Pandal Sánchez (0000/0000) quien fue arquitecto en el Ayuntamiento de la ciudad de Matanzas, habiendo cursado sus estudios en la Academia de Bellas Artes de San Fernando (Madrid), retornando a Cuba tras la obtención de su título. Sobre Pio Junco, añade, Llavona que “emigró con él y estudió para llegar a ser maestro de obras, así como perito agrónomo y mercantil” añadiendo que “EL Castillo iba a ser su residencia de verano y en ella experimentó con una estructura de vigas y pilares de hormigón armado. Un proyecto bastante adelantado en el medio rural para tratarse de la deécada de 1930. Desgraciadamente desconocemos qué contratista ejecutó la obra”.

La casa es de planta cuadrangular, sótano y tres plantas, y una más en la torre. La puerta principal, al sur, con una pequeña escalinata, presentando “una solución de loggia corrida en dos de sus plantas, apoyada sobre columnas clásica” (Llavona) en la primera de ellas. Y cerrada con ventanal en la segunda. El tejado a cuatro aguas. La escalera en la parte norte, en un cuerpo cuadrado adosado y propio tejado a cuatro aguas.

El estilo de la casa lo califica de forma amplia Alvarez Quintana cuando señala que  aunque el historicismo no aparece en los encargos privados hay algunos ejemplos en Asturias, entre los que señala la vivienda exenta y unifamiliar de El Castillo en Porrúa. Este tipo de arquitectura “parte de una caja de muros propia de la arquitectura vernácula, si bien ello no impide la anexión de torres y almenas de clara inspiración medieval… La mansión acastillada como particular variante del historicismo sirven de introducción a la casa indiana inspirada en modelos residenciales de carácter nobiliario”.

Destaca frente a la escasa atencion de elementos medievales que no sean cristianos, en Asturias, en el caso de Porrúa, en El Castillo “los desornamentados vanos en arcos de herradura que aparecen en el segundo piso de la torre constituirían, prácticamente, la única prueba neoarabista recogida dentro del conjunto edificado por nuestros emigrantes.

Texto de José Villaverde.

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